Luis Salazar Bojorges

Obituario:

Don Luis, Huichi Huichi, el enano, entre otros sobrenombres que fue conocido este generoso padre, esposo, abuelo, hermano y tío. Padre que forjó hijos fuertes y trabajadores de quienes tuvo la satisfacción de ver triunfar como profesionistas. Siempre gustoso de ayudar a los demás y solventar gastos fuertes.

Fue un hombre que disfrutaba de hacer las cosas por el mismo y con sus hijos realizaba reparaciones de plomería, electricidad y mecánica de su propia casa y automóviles. También le gustaba cosechar como en la tradición antigua, sin tractor o sembradoras, todo a mano, llegó a sembrar maíz, frijol, haba, alfalfa, chile, avena y trigo.

Tenía estudios en electrónica y electricidad. Su primer trabajo fue en una fábrica pegando vasitos de papel, y también trabajó como catador de vinos. Llevaba ya un largo tiempo jubilado después de haber trabajado más de treinta años para Teléfonos de México, y disfrutaba de su familia y su pasión: los caballos. Compró su primer caballo en la década de los 70, y siempre los tuvo muy majestuosos y consentidos, alimentados con la alfalfa que él mismo sembraba y cosechaba, siempre con los mejores cuidados, y gustaba de ensillarlos para salir a cabalgar con sus hijos y nietos.

Aparte de los caballos, también crió pollos, puercos y borregos. Éstos últimos con el fin de tener a su alcance uno de sus platillos favoritos: la barbacoa. Platillo que toda su familia tuvo la dicha de degustar, especialmente los días 12 de diciembre, que era cuando de manteles largos, gustoso recibía a familia y amigos para compartir la comida en agradecimiento a la Virgen de Guadalupe, la cual fue una tradición familiar durante muchos años, al igual que las deliciosas elotizas con el maíz que por su propia mano cosechaba.

Siempre fue un hombre muy devoto, todos los domingos se levantaba temprano para llegar a misa de 6, así como todos los años lideraba la peregrinación a caballo en honor a su padre, saliendo desde su residencia en la Ciudad de México hasta la parroquia de su querido San Mateo Chipiltepec.

Fue poseedor de diversos y potentes automóviles, ya que sus preferidos eran los de 8 cilindros, le gustaba mucho correrlos y salir de viaje por toda la república, aunque también era común verlo andar en bicicleta. También disfrutaba de ir a la playa y nadar, así como el squash, el box, el frontón, y también le encantaba tomar baños de vapor.

Sin duda, un gran amante de los perros, en su casa y en su rancho, siempre tuvo grandes perros de mascota, sin importar la raza, siempre había perros guardianes.

De gustos musicales, escuchaba música ranchera, clásica, y española. Le gustaba mucho la cultura española por su gastronomía como la paella, el caldo gallego y la fabada, y también disfrutaba mucho de las corridas de toros.

Le encantaba el pan dulce y siempre hacía “travesuras” llevándose bocados de pan porque sabía que lo tenía restringido, ya que tenía muchos años enfermo, aún así, disfrutó sus últimos años en su rancho, junto a su familia y sus caballos. Nos deja un gran legado que forjó con mucho esfuerzo durante tantos años, y ha llegado la hora de que descanse en paz y nos permita celebrar su vida y agradecerle a Dios que nos haya dejado ser parte de su familia.

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